Economía de la atención
19 mayo 2004
Pepe Cervera publica un magnífico artículo en su Retiario de El Mundo sobre Potlatch; la cultura del regalo como modelo de autoría en el sXXI
«En la Economía de la Atención, entre billones de páginas web que compiten por unos segundos de ojo humano, el prestigio, la marca y la proyección son vitales y valiosísimos. Los autores competirán en regalar sus trabajos con el fin de atraer hacia sí atención y prestigio, monedas que serán intercambiables por divisas más fungibles. En este entorno quien trata de controlar (limitar) la extensión de sus trabajos pierde siempre; quien menos regala es menos conocido y por tanto ingresa menos».
No hay duda de que la cultura hácker y Richard Stallman (con su Free Software Foundation y la licencia General Publice License) han servido de inspiración para buena parte de los movimientos de cultura digital del regalo -de la colaboración-, tales como Creative Commons o la Wikipedia.
Sin embargo, en la industria del software la economía de la atención hace ya muchos años que se practica de diversas formas, antes incluso de la popularización de Linux. La más conocida es la del shareware o probar antes de comprar: pruebe usted mi software durante 30 días, o de forma limitada, y si le gusta, consiga la licencia completa e incluso una versión con más características. De esta época dorada del shareware, me quedo con el recuerdo del Paint Shop Pro (¿compraste alguna vez en Soft > Mail? ;)
Hoy en día, la práctica del probar antes de comprar no es underground, y casi todos los productos de las grandes empresas informáticas poseen una versión trial, que también ha dado paso a una industria sumergida, la del crackeo. No menos ética que el crackeo es la práctica del fomento hipócrita del pirateo por parte de empresas, que aunque públicamente combaten la copia ilegal, se sirven de ella para extender sus monopolios: regalan sus productos para competir en la economía de la atención.
Esta economía no sólo se da en la informática. El periodismo tradicional está en jaque por la aparición de periódicos gratuitos, que basan su modelo de negocio en la publicidad insertada entre las noticias y no en el pago por lectura.
Como cuenta Pepe, no es oro todo lo que reluce:
«Hay intermediarios (entidades gestoras de derechos) atrincherados en un modelo que les favorece. Hay empresas que tienen serios problemas estructurales para plantearse la alternativa que su negocio necesita para sobrevivir. Hay políticos que escuchan sólo a la industria y los intermediarios, y no al futuro inminente del mercado».