Ética cibernética
12 febrero 2005
Estos días he seguido con interés el debate sobre ética en los blogs. Hay opiniones para todos los gustos, pero la última entrada en Atalaya, que cita a Sonia Blanco, me ha hecho saltar del sillón.
La cuestión original fue planteada por Enrique Edans: ¿es poco ético recomendar el libro de un amigo en tu blog sin avisar que te une una relación? Enrique pone sobre el tapete el caso de Nacho Escolar y Santiago Botello como ejemplo. Juan Varela pide honestidad y transparencia, y sentencia:
«Si usted hace un blog sobre aparatejos y no cuenta que lo patrocina Sony, es usted un sinvergüenza».
José Luis Orihuela abunda en el asunto:
«Los bloggers (sean o no periodistas profesionales, pretendan serlo o no les interese, sean populares o desconocidos) realizamos un ejercicio de escritura pública que (nos guste o no) genera obligaciones con nuestros lectores. [...] Sobre esa relación se establece el pacto de lectura, que es un acuerdo implícito entre ambos, por el cual se regulan las expectativas del lector respecto del texto. [...] Hacer explícitas las condiciones de la escritura contribuye al fortalecimiento de los weblogs como medio y al incremento de su credibilidad».
Y finalmente JJ expone:
«Que yo no digo que no haga falta una ética blogger. Con lo que no estoy de acuerdo es con que haya que hablar de ella, o codificarla, o solidificarla».
Finalmente, Sonia Blanco sentencia en Ética Blogger: sí pero...
«Evidentemente no se trata de crear el Colegio Oficial de Bloggers en el que haya que acreditarse debidamente para poder publicar en una bitácora. Pero sí debe haber una clara distinción entre lo que publicamos los profesionales de la información y "el resto" [...] Sí creo que es necesaria una ética blogger, restringida a los profesionales de la comunicación, pero no es otra que el código ético que ya existe en los periodistas de medios tradicionales».
Estoy de acuerdo con la propuesta inicial de Enrique y defendida por Alvy en varios hilos: informar a los lectores de posibles incompatibilidades no está de más y ayuda a que nos perciban como personas abiertas. Por ejemplo, el contrato implícito en este blog es que hablo de TypePad, Movable Type y Six Apart como parte implicada y no como espectador independiente.
Ahora, sin entrar en la definición de ética, no sé muy bien a qué nos referimos con ese código ético de los blogueros. Es decir, la moral que impera en nuestra cultura es «siempre te voy a contar la verdad» (que en la mayoría de las ocasiones es un «siempre te voy a contar mi verdad»). Por tanto, no entiendo por qué en los blogs hay que tener un código de conducta diferente de cuando hablamos por teléfono, participamos en una mesa redonda o publicamos un artículo de opinión en el periódico. Si necesitamos un código ético bloguero ¿significa que quienes no se adhieran a él sí son sospechosos? ¿y qué ocurre cuando lo rompen, nos quejamos al Defensor del Bloguero?
Es más, niego la mayor (la utilidad real de ese tipo de códigos). Por ejemplo, ¿cómo medimos la eficacia del supuesto código ético que siguen todos los periodistas de la información? ¿Dónde puedo leer las relaciones e incompatibilidades de quienes hacen el ABC, El País, El Mundo o, ya puestos, LibertadDigital? No vamos a descubrir que los profesionales de la información trabajan para empresas con intereses. Y que al fin y al cabo, todos tenemos nuestras opiniones y prejuicios.
Por tanto, apoyo la tesis pragmática de JJ. Hay que abordar cualquier información, cualquier opinión, con sentido crítico, creerse lo que es posible creer, dar tu confianza a quienes se la ganan, retirársela a quienes la rompen y siempre aplicar aquella máxima de afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. Y lo mismo me da que sea un profesional a sueldo de Prisa que a Bartola López, mundialmente conocida en su familia (y poco más allá).