Gigantes de internet e industria de contenidos: ¿será asimilada?
Ciudadanos a las puertas (II)

Ciudadanos a las puertas

Texto que escribí ayer al mediodía para su publicación en el diario Canarias7.

Nací pocos meses antes de que muriera Franco. No he conocido qué es una dictadura. En aquel mismo año, 1975, se acuñó el término “ordenador personal” y se puso en marcha la primera red civil de ordenadores. En estos 35 años, la sociedad española ha vivido transformaciones intensas que en otros países llevaron un siglo: la conquista de derechos para la mujer, la universalización educativa, la reconversión industrial, la migración urbana, la inclusión en instituciones internacionales, la popularización de Internet...

Nuestro país posee un nivel de vida envidiable. Aunque nos cueste reconocerlo, parte de ese mérito es de políticos que tomaron decisiones cruciales. Ahora, en época de dura crisis económica, baja la confianza en los gobernantes. Pero a pesar de nuestra situación, sólo tenemos más que viajar 200 kilómetros hacia el Este, para valorar en su justa medida el calificativo “tercermundista”.

Precisamente, en Oriente se está desarrollando una revolución civil. El sentimiento de injusticia ha llevado a miles de personas a las calles a exigir cambios. Son jóvenes que se organizan a través de Internet y que aspiran a disfrutar de sociedades democráticas como la nuestra.

El pasado domingo miles de personas tomaron las calles en España, también organizadas por Internet, también reclamando una sociedad más justa. La diferencia es que ellos tienen el camino marcado y nuestros problemas no tienen manual de instrucciones. La diferencia es que este domingo nosotros sí disfrutaremos del privilegio de cambiar gobiernos sin combatir contra los tanques.

La sociedad está descubriendo en la Red nuevos líderes y capacidad de organización al margen de instituciones tradicionales. Internet nos ofrece una oportunidad. Ahora estamos todos en las redes sociales. Nos falta diálogo, propuestas y acción. ¿A qué esperamos? Nos jugamos nuestra democracia.

 

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