Cómo vencí al sedentarismo
09 enero 2017
A decir de los comentarios en las redes sociales, cerramos el año 2016 con una sensación de que el mundo ha torcido su rumbo: el Brexit, la victoria de Donald Trump, los atentados en Europa, las personalidades fallecidas... Sin embargo, en lo que a mi respecta, ha sido un año muy bueno en lo personal. Pero las cosas no pintaban nada bien hace 12 meses. Física y anímicamente decaído por diversas dolencias pensaba que este año sería muy complicado. Si tu trabajo te mantiene muchas horas frente al ordenador, por favor, continúa leyendo. Se suele asociar al sedentarismo únicamente con el sobrepeso, pero los problemas pueden ir más allá.
Los riesgos de trabajar en lo que te apasiona
Llevo más de una década trabajando de forma remota. Nací y vivo en la isla de Gran Canaria, un lugar donde se puede tener una excelente calidad de vida. Pero mis intereses siempre han estado fuera. Internet ha brindado la oportunidad de desarrollar mi carrera profesional trabajando en empresas y proyectos de forma remota en lugares intelectualmente fértiles. Y cuando trabajas en lo que te apasiona se corre el riesgo de no poner límites. Fue mi caso.
Me gusta ofrecer lo mejor de mi y, por supuesto, siempre se puede dar más: unas horas extra cada día, un fin de semana para una entrega crítica, unas horas extra para la formación en el tiempo libre, y así vamos olvidando otras cosas importantes, como el ocio y el mundo exterior. Por supuesto, estos esfuerzos adicionales, cuando se acumulan, pasan factura. Fue mi caso.
La implosión del cuerpo
Hace unos diez años estuve de baja porque, tras años de trabajo extra, mi cuerpo había dicho «basta». Estar en el ordenador más de cinco minutos me producía un gran dolor de cabeza. El neurólogo me aconsejó alejarme del ordenador durante una temporada, hacer ejercicio y diversos medicamentos. Cumplí la parte del reposo pero no la del ejercicio. Y a la vuelta, ya nada fue igual. Los malos hábitos habían limitado mis movimientos de cabeza y espalda. No podía utilizar varios monitores, utilizar un portátil o leer sentado, porque requería mirar hacia abajo. Tampoco podía levantar grandes pesos.
Estas molestias se volvieron crónicas. Desde entonces he visitado periódicamente al fisioterapeuta, que aliviaban los síntomas y permitían que llevara una vida «normal», al menos en apariencia. Pero en realidad enmascaraban el problema de fondo. Con el paso de los años, la limitación de movimientos se fue agravando y crearon nuevos problemas.
Las Navidades de 2015 el dolor de espalda se hizo insoportable. Al caminar se me dormía la pierna derecha, estar de pie me resultaba molesto, lo mismo que estar sentado. El dolor de lumbares me mantuvo en cama parte de las Navidades.
Así que 2016 comenzó para mi con perspectivas sombrías.
La luz al final del túnel
En reyes del pasado año, mi hermano Alberto me hizo un regalo especial: 10 sesiones con un entrenador personal. No estaba del todo convencido, y pospuse la oferta hasta tener un diagnóstico. Finalmente, el traumatólogo descartó un problema irreversible y recetó sesiones de fisioterapeuta, en especial, en piscina. Me recomendó que en general hiciera ejercicio, ganese movilidad, y bajara de peso. Pero después de tantos años de fisioterapia, no creía que fuera a resolver nada. Quería una alternativa y me animé, ahora sí, a utilizar las sesiones con el entrenador. Y esta fue la mejor decisión que he tomado en años.
Juanje Ojeda entendió muy bien mis problemas, porque él mismo los ha sufrido. Algo que aprecié mucho, comparado con las sesiones de fisio, fue la atención personal. Le comenté lo que había, estudió mi caso y me aseguró que se podría resolver, que no había nada grave. Soy de naturaleza escéptica y no creí que todas las molestias fueran a desaparecer. Venía sufriendo las limitaciones de movilidad muchos años y yo estaba convencido de que buena parte de ellos eran ya irreversibles. Pero estaba equivocado.
Todo está conectado
Hay algo que casi ningún otro entrenador personal puede hacer y es hablar en mi propio idioma: Juanje es un pionero de Linux y DevOps en España. Y decidió cambiar su horizonte profesional para ganar calidad de vida. Estudió Educación Física, es un ratón de biblioteca y acude a bibliografía científica. Las sesiones con él son ejercicios físicos y mentales. Además de los ejercicios, me explica qué hacemos con lenguaje de ingeniero: por qué y para qué.
Algo que he aprendido con Juanje estos meses es que el cuerpo es un sistema complejo que la evolución ha optimizado para los movimientos. Si lo dejamos de ejercitar, el sistema se atrofia. El estar sentado en la misma postura durante todos estos años acortó los músculos de mis piernas, agarrotó la musculatura de mi espalda, encorvó mis hombros, debilitó los músculos de las lumbares... Y la suma de estos problemas explica mi cuadro de dolencias. Así que primera conclusión: he comprendido qué hacía mal: ser sedentario, estar quieto.
Otra cosa que he aprendido es que toda la musculatura está conectada: pies, piernas, espalda, hombros, cabeza, brazos. No valía con trabajar la zona lumbar para hacer desaparecer las dolencias de la espalda. El objetivo ha sido deshacer los bloques monolíticos musculares y que vuelvan a trabajar de forma independiente. Los ejercicios que realizo con Juanje no son de correr, saltar o hacer pesas. Trabajamos para ganar movilidad y fuerza, y entrenar el sistema nervioso. Para mantener el cerebro alerta, los ejercicios cambian periódicamente. Y los ejercicios los realizo al aire libre y descalzo, cerca de la playa.
Otra de las lecciones importantes de Juanje es que el cuerpo responde al ejercicio continuado. Realizando simples movimientos de brazos y piernas, pero día tras día, puedo mantenerme en forma y evitar las atrofias. Diez minutos suaves diarios pueden ser mejor que un gran esfuerzo de una hora semanal. Y digo que es lo que he aprendido, porque me está costando mucho incorporar estos hábitos en mis rutinas diarias.
En estos vídeos hay ejemplos del tipo de ejercicios que realizo, tanto en las sesiones como en casa. Son fáciles de aprender y de realizar.
Una nueva vida
La remisión de mis dolencias de espalda las sentí en las primeras semanas. La pierna derecha dejó de dormirse. Al mes y medio, el dolor principal de lumbares que sentía se había atenuado mucho. A los cuatro meses, había ganado bastante movilidad en la espalda y sólo me quedaba un dolor muy puntual en las lumbares. A los seis meses, había recuperado mucha movilidad en la cabeza, hombros y espalda: ya no me molestaba mirar hacia abajo para estar con el portátil o leyendo. A los nueve meses, todas las dolencias que sufría han desaparecido y me siento mucho más ágil.
La desaparición de los dolores y el ejercicio ha cambiado mi carácter. Me siento con más «energía» y llevo mucho mejor las situaciones estresantes. En general, me noto mucho más contento, lo cual es normal porque hacer ejercicio libera endorfinas.
Así que, un año que comenzaba con perspectivas sombrías lo he finalizado contento por haber recuperado más de diez años perdidos de salud. En mi caso el responsable de ello es Juanje Ojeda, a quien tengo que agradecer su profesionalidad y buen hacer. Si tienes un trabajo de oficina y eres sedentario como lo era yo, por favor, tómatelo con seriedad. Juanje tiene un montón de consejos contra el sedentarismo en su blog y, obviamente, no puedo más que recomendarlos. Me siento en deuda con él y quería que esta entrada sirva tanto de aviso a navegantes como de agradecimiento personal.